domingo, 29 de julio de 2012

"LA FAROLERA" POR LA NACIÓN (JULIO 2012)

Un clásico infantil: La Farolera

El espíritu de María Elena Walsh revive en una interesante puesta de Virginia Lago.

Dos y dos no siempre son cuatro. Cuando las sombras son demasiado oscuras, las cuentas salen mal. En el pueblo de Chaupinela, alejado del sol por las frondosas copas de un bosque, está mal visto preguntar, por lo que es difícil saber. Sólo la curiosa Ani se anima con los "por qué" y eso la llevará a descubrir nuevas realidades.
María Elena Walsh tomó la canción popular de la farolera que sacaba cuentas para armar un relato sobre la búsqueda de la luz como señal de libertad, como vía hacia el conocimiento y como encuentro con el amor sin barreras. Por el camino caen los prejuicios y el autoritarismo, el conformismo y la sumisión. El cuento incluido en el libro Chaucha y Palito se convirtió, hace ya unos años, en una obra teatral, de la mano de María de las Mercedes Hernando, como dramaturga, y Virginia Lago, en la dirección. Una nueva puesta en escena de La Farolera, en el Teatro San Martín, retoma la historia de ese viaje hacia el calor del sol, a cargo de la misma dupla creativa. El texto original se enriquece con la sutil intercalación del universo de las canciones de María Elena, elegidas de modo tal que parecen compuestas para la obra.
La presentación de los habitantes del pueblo a oscuras peca de una proliferación de personajes que no llegan a perfilarse con nitidez, pero sirve de preámbulo a la salida de la protagonista, que cobra vuelo al encontrarse con el pajarito Pepeluis. Es a partir de ese primer contacto con la etérea y a la vez picaresca figura del ave, compuesta con maestría por Facundo Rubiño, que también cobra fuerza el protagonismo de Ani, interpretada con ángel por Mariana Gióvine. La entrada al cuartel que vigila el encierro de los habitantes de Chaupinela termina de desatar una fiesta escénica desopilante, al mando del Coronel, que personifica Gabriel Rovito, y con la intervención del General, interpretado por Sebastián Codega. Al Coronel lo pierde -o lo gana, si se mira bien- el amor por la farolera, que se convierte en un arma que subvierte el orden cuartelero y levanta las barreras oscurantistas.
La banda musical en vivo, dirigida por Marcelo Alvarez, se ve replicada en la acción escénica por una banda militar que, con Ani infiltrada en sus filas, ya no puede marcar el ritmo de la marcha castrense. El amor y el humor rompen filas y abren caminos en la fuga hacia la luz. Desde los márgenes del escenario, Manuela Bravo toma la voz de la autora iniciando los cantos con fineza y los relatos con un tono un tanto convencional frente al despliegue histriónico que se desata en el regimiento. Finalmente, nadie escapa a la tentación de jugar, cantar y amar, con el Coronel deseoso de iluminar con faroles y Ani rescatando de los cuarteles la felicidad de tocar los platillos. Y ambos, claro, juntos.